Cadáveres de Hormigón con David Cachón
Hay lugares donde la naturaleza y el tiempo luchan por reclamar lo que una vez fue suyo. Donde el eco de promesas rotas resuena en cada pared de ladrillo inacabada y el viento silba entre esqueletos de hormigón que nunca llegaron a albergar vida. Y es precisamente en uno de estos parajes donde David Cachón, el eterno explorador de senderos y emociones, nos invita a acompañarlo.
Con su bicicleta como fiel aliada y
una sonrisa de complicidad que parece decir "esto va a ser
divertido", David nos conduce a través de uno de los últimos vestigios de
la fiebre del ladrillo: una urbanización fantasma conocida entre los locales
como los **Cadáveres de Hormigón**.
La fiebre del ladrillo provocó hace
15 años que se paralizaran numerosas edificaciones por todo el país, esqueletos
de hormigón, paredes de ladrillo incompletas, edificios abandonados y en la
mayor parte de los casos saqueados para robar los materiales que los
conformaban. Es una época que casi hemos olvidado pero que estas construcciones
y urbanizaciones fantasma nos siguen recordando a lo largo de nuestra
geografía, en algunas ocasiones, escondidas y en otras a la vista de todo el
mundo, normalizadas e incluso integradas en el propio paisaje.
El inicio de la aventura
El sol apenas asomaba por el
horizonte cuando llegamos al lugar. Desde la distancia, el panorama ya prometía
emociones. Filas de edificios inacabados, ventanas sin cristales que parecían
ojos vacíos, y rampas de garaje que terminaban en un abismo de grava y olvido.
Para muchos, este lugar podría parecer desolador. Para David, era un terreno de
juego.
“Esto no es un sitio triste,” comenta mientras ajusta el manillar de su
bicicleta. “Es un recordatorio de
cómo no dejar las cosas a medias. Y también de que cualquier lugar, por raro
que sea, puede esconder la mejor ruta de tu vida.”
Pedalear entre ruinas
Desde el primer golpe de pedal, la
magia del lugar se manifiesta. Subimos por rampas de aparcamiento abandonadas
que desafían la tracción y descendemos por escaleras sin barandillas que
hacen que tu corazón se acelere tanto como tus piernas. Cada esquina oculta un
reto: tubos de hormigón para saltar, montículos de escombros para sortear y
pasillos oscuros que te retan a cruzarlos sin frenar.
“Esto es como un bike park postapocalíptico” grita David, su voz
perdiéndose
entre los edificios. Y tiene razón. Cada rincón de este lugar parece diseñado para
poner a prueba tus habilidades y, por qué no, también tus nervios.
La naturaleza reclama lo suyo
Entre piruetas y risas, también hay momentos de
reflexión. Los muros ahora están cubiertos de grafitis, y la maleza crece por
doquier, reclamando su espacio. “La naturaleza siempre
gana,” dice David mientras se detiene a observar un árbol que crece desde el
interior de un salón sin techo. “Nos creemos los dueños del mundo, pero mira esto. Al final, todo vuelve
a la tierra.”
El Gran Salto
Como todo buen relato épico, esta aventura
necesitaba un clímax. Y lo encontramos en el último edificio del recorrido. Una
estructura de tres pisos con una rampa de acceso que terminaba en el vacío.
David la observa, sonríe y dice: “Esto va a ser
legendario.”
Sin pensarlo dos veces, toma impulso,
pedalea con fuerza y vuela desde el borde, aterrizando con una elegancia que
hace parecer fácil lo imposible. La adrenalina es contagiosa, y pronto el
equipo está celebrando como si hubiéramos conquistado una montaña.
El regreso
Cuando finalmente dejamos los Cadáveres de
Hormigón,
el sol ya comenzaba a ocultarse, pintando el cielo con tonos de naranja y rojo.
Habíamos llegado buscando un lugar para montar en bicicleta y nos marchábamos
con mucho más: historias que contar, risas que recordar y un renovado respeto
por la capacidad de adaptación del ser humano y la naturaleza.
“No se trata solo de montar,” dice David mientras carga su bicicleta en
la furgoneta camper. “Se trata de descubrir,
de reinterpretar los lugares, de encontrar la belleza donde otros solo ven
ruinas.”
Y así, con el eco de sus palabras y
el sonido de los neumáticos sobre la grava, cerramos otro capítulo de esta
interminable aventura sobre dos ruedas.
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Riding: davidcachon.com
Fotografia: Victor Gaudo
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