Purito Rodriguez se une al Orbea Factory Team
14 de marzo de 2008. Tercera etapa de la Tirreno-Adriático entre Gubbio y Montelupone, de
El protagonista de esta historia no podía ser más que un “crack”, un genio de talla mundial: Joaquim Rodríguez, popularmente conocido como “Purito” y dueño de un gigantesco palmarés. 45 victorias como profesional: catorce triunfos en grandes vueltas, dos ediciones de la Volta a Catalunya, una Flecha Valona, dos ediciones del Giro de Lombardía, una Vuelta al País Vasco, medallas en dos Mundiales...
Pues bien, tenemos una gran noticia: ¡“Purito” se une al Orbea Factory Team! Ahora es uno de los nuestros. Junto a Ibon Zugasti, Tomi Misser y Sandra Jordá, completa un equipo que promete increíbles momentos de ciclismo en 2020.
Por otro lado, contaremos con Oliver Avilés, un superclase del XC que fue campeón del mundo MTB por relevos en 2005. Oliver será embajador de la marca y amigo del equipo cuando acompañe a “Purito” en sus desafíos.
Una gran familia. En Orbea Factory Team presumimos del mejor grupo humano y de una red de colaboradores excepcional. El soporte de marcas como Orca, SRAM, DT Swiss, Isostar o Maxxis nos hará volar más alto. Ellas también son parte de esta historia.
EL CICLISMO, DESDE DENTRO
Desde las entrañas de la competición, “Purito” nos las mostrará en primera persona. Y nos lo contará como solo él sabe hacerlo: de manera sencilla, directa y cercana.
Antes que nada, bienvenido al Orbea Factory Team. ¿Podrías contarnos las motivaciones que te han llevado a unirte al proyecto?
Muchas gracias, estoy muy feliz con la decisión que he tomado. Después de 17 años como profesional, quería tomarme el ciclismo de otra manera. Buscaba justo lo que para mí transmite Orbea: disfrutar de la bicicleta sin más ambición que la superación personal. Desde fuera, veía historias y aventuras muy diferentes y sentía envidia sana: “Yo quiero formar parte de eso”, me decía a mí mismo. Correr sin la presión de los resultados una Cape Epic, o una cicloturista como La Purito, o una Titan Desert, o una Orbea Monegros... Buscaba esa polivalencia, y por eso estoy aquí.
Unos retos que durante tu época profesional habrían sido inviables...
Claro. Cuando eres profesional, estás en una burbuja y no te planteas estas cosas. Lo ves lejano, y ni siquiera te lo permiten los equipos. No podía imaginarme, por ejemplo, que completaría una Cape Epic. Cuando comparto en las redes estas experiencias, muchos ciclistas profesionales me envían mensajes diciendo: “Qué envidia y qué ganas de retirarme para vivir lo mismo que tú”. Y te lo dicen deportistas que no tienen ni 25 años...
¿Qué puede esperar la afición que aguarda con interés tus próximas aventuras?
No me interesa vender resultados deportivos. Para mí, el ciclismo es pasión y eso es lo que puedo vender: la pasión con la que vivo cualquier cosa que tenga que ver con una bicicleta. Ahora estoy ilusionado con las primeras carreras del año de BTT y ya tengo la aventura dando vueltas en mi cabeza. Si no estuviera enamorado de este deporte y no sintiese una pasión desmedida, no sería capaz de hacerlo; ni loco. Quiero transmitir a la gente el amor por el ciclismo.
¿Qué tal tus primeras sensaciones con las bicis de Orbea?
Por el momento, he empezado a hacer salidas con la Oiz y me he quedado alucinado con su respuesta. Es una bici superligera que sube muy muy bien. Me ha impresionado cómo escala. Ahora tengo que exprimirla también en descensos, pero de momento estoy muy sorprendido.
¿Cómo es tu relación con el público, especialmente desde que te desenvuelves en las redes sociales?
Llevo con ellas una relación natural. Me gustan, pero no me obsesionan. No soy un influencer ni un tío que quiera vivir de ello. Soy natural y publico lo que me apetece en cada momento. Por muchos seguidores que tenga, no soy un esclavo de las redes sociales. Creo que a la gente le gusta eso de mí. Además, presumo de no tener a nadie bloqueado y encajo siempre las críticas que puedan caerme. Las redes sociales no son un telediario.
Siempre te ha gustado estar al corriente de las últimas tendencias, también en tu época como ciclista profesional.
Como profesional, me considero un pionero. Ahora se habla mucho de tecnologías, planes de entrenamiento, concentraciones en altura, estudios de aerodinámica... Pero todas esas cosas ya las hacíamos nosotros hace diez años. La diferencia es que ahora es una práctica general, mientras que antes solo lo hacíamos los líderes de equipo.
Hablemos de tus primeros años. Vuelves al País Vasco, donde Orbea hunde sus raíces y donde viviste durante tu época en el equipo Iberdrola.
Tuve la suerte de vivir en el País Vasco y correr en Iberdrola de los 18 a los 20 años, antes de debutar como profesional. Recuerdo esa época con cariño. Fue la etapa en la que dejaba de ser un crío. Allí aprendí a hacerme mayor: separarte de tus padres, viajar, conocer a gente nueva, aprender a administrarte… Pero me adapté de maravilla e hice grandes amigos que hoy conservo. Durante el primer año, viví en Ordizia (Gipuzkoa), en un albergue junto a otros chavales. Tan importante era correr en bici como disfrutar de la vida.
En tu segundo año, las cosas se pusieron un poco más serias...
Efectivamente. El segundo año fue más serio. Veía el profesionalismo más cercano y me llevaban a muchas más carreras. Ya iba cedido a disputar algunas con la ONCE y participé en el Tour del Porvenir, entre otras pruebas.
Viviste en primera línea la pasión vasca por el ciclismo.
Desde luego. Para cualquier ciclista del mundo, correr en el País Vasco es algo inolvidable. He vivido allí y me siento parte de la historia del ciclismo vasco. Esa afición tan pasional no la encuentras en ningún lugar del mundo. Yo estaba enamorado de la “Marea Naranja”. Corría con mi equipo, pero luego era del Euskaltel-Euskadi. Me alegraba con sus victorias. Fue increíble lo que consiguieron.
¿Quiénes eran tus referencias deportivas por aquella época? ¿Eres un ciclista de ídolos?
Tuve ídolos y los sigo teniendo. De los ciclistas actuales, me encanta Iván García Cortina. Estoy convencido de que hará unas Clásicas increíbles en el futuro. También admiro a Peter Sagan, que disfruta de la bici, de la vida y que te habla siempre con amistad.
¿Y de los ciclistas que ya no están en activo?
Siempre me he considerado un corredor de Clásicas y, como apasionado de estas pruebas, admiraba a Michele Bartoli, Paolo Bettini, Johan Museeuw o Pascal Richard. Todavía guardo recortes de prensa de cuando gané con Iberdrola el Memorial Valenciaga (2000), donde decía que mi sueño era ganar una Lieja-Bastogne-Lieja. De hecho, aunque he subido al podio tres veces, no ganarla ha sido la única espina de mi carrera deportiva.
Ha pasado tiempo desde aquella época, pero sigues completamente enganchado al ciclismo. Eso no ha cambiado.
La cabra tira al monte. Siempre he disfrutado con la bici. Nunca me ha costado ni entrenar ni ser ciclista. Lo he hecho con un placer tremendo. Es tan divertido y tan entretenido... El ciclismo me ayuda a desconectar e, incluso, a encontrarme a mí mismo. La mayoría de mis contactos son ciclistas. Mi vida gira en torno a la bici porque, además, el ciclismo de hoy ha cambiado. Existen muchas más fórmulas para vivir vinculado a este deporte que hace unos años.
Y en resumen, sin que suene a tópico: ¿Qué es para ti el ciclismo?
Para mí, el ciclismo es un estilo de vida que se refleja hasta en el vestir. Y cuando hablo de ciclismo me refiero tanto a quien hace 20 km después de desayunar como al profesional que entrena 6 horas al día. A mis propios hijos intento inculcarles “a fuego” la pasión por este deporte. Si pudieran disfrutar de la bici la mitad de lo que he disfrutado yo, sería increíble. El ciclismo lo es todo.
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